lunes, 13 de septiembre de 2010

Cucarachas

Inicio esta entrada a las 3:24 de la madrugada, sí, de esta madrugada del 13 de Septiembre de 2010. Hoy no tengo insomnio, hoy estoy muerta de sueño y lo que más deseo es poder dormirme tranquila. ¿Qué hago entonces escribiendo una entrada de mi naciente blog a estas horas intempestivas? La culpa es de las cucarachas. Sí, de esos malditos bichitos asquerosos, que tienen esa habilidad para subirse por las paredes, para correr con la rapidez del rayo y para multiplicarse antes de que se me terminase el bote de cucal. 

Todo ha comenzado cuando he ido al cuarto de baño y he visto a una, con una gran ligereza he buscado el insecticida que acaba con sus vidas y las deja panza arriba moviendo con un mágico aleteo sus patitas delgadas, he rociado su cuerpo y el resto de recodos del servicio, cerré la puerta con un gran golpe y me fui al salón. Seguí viendo esa película que me descargué ayer por casualidad: Revolutionary Road. A medida que me introducía en esta pecaminosa historia de crudeza y realidad ante los sueños fracasados logré olvidarme de las cucarachas.
Pero desgraciadamente, la botella de agua que acababa de beberme estaba causando estragos en mi vejiga por lo que tuve que ir al servicio...horrible, horrible, horrible: al menos diez cucarachas empezaron a corretear, no podía acudir a todas, alguna se fue hacia mi habitación, otras a la salita, y el resto logré cercarlas en el cuarto de baño. 
 
El sudor me recorría todo el cuerpo, una mezcla de escalofríos, impotencia, desasosiego...como pude, pude hacer un pis y volví al  salón. Decidí irme a la habitación y terminar de ver allí la película. Ahora mismo, hay al menos siete cadáveres de estos horribles animales en mi cuarto, cada poco tiempo sonaba un ruidito por el suelo que me hacía estremecerme, sacaba fuerzas de donde no las había y con la chancla las estripaba. Acabó la película, intenté dormirme, pero no podía, no dejan de aparecer...¡habré abierto la caja de Pandora!. 

Después de acabar de leerme El viaje al amor de Punset y comenzar Los objetos nos llaman de Millás intenté autoconvencerme de que ya no iba a salir ninguna más. Intenté cerrar los ojos, pero cual ha sido mi horror al comprobar que una estaba por la pared al lado de la mesilla de noche. No puedo. Así no puedo dormir. De tal modo que aquí estoy, en el salón escribiendo este post para ver si pasa el tiempo, si las cucarachas se duermen y me dejan a mí dormir. Son casi las cuatro de la mañana y a las ocho tengo que estar en planta para ir al instituto. Voy a tener cara de zombi. Menos mal que los alumnos no llegan hasta el miércoles. Si paso una noche más así me voy a morir.

Estos seres son como algunas personas, se meten por los huecos que ven libres de tu alma para rascar en lo más miserable, en la basura de tu ser, para beneficiarse y hacer sentir pánico, asco y miseria de uno mismo. Son personas que se dedican a eso, sin saberlo o con conocimiento de causa, supongo que es apelando al autoengaño, son capaces de persuadir con mundos imaginarios intentando rellenar esos sueños que uno tiene, pero lo que de verdad hacen es tejer una gran tela de araña que te hace ver otro mundo distinto. 

Si he aprendido algo, es que los sueños los fabrica uno mismo, lo que se consigue es a base de esfuerzo y nadie va a regalarte nada si no es obteniendo algo a cambio. Estas cucarachas no van a obtener nada a cambio, porque no tendrán lugar en el que esconderse ni tampoco comida ni basura que llevarse, a la boca, en mi alma, en mi corazón y en mi casa, lo que reinará será la limpieza, la pureza, la verdad. Así que cucarachas, al igual que logré hacer  con mi locura, os marchareis, os ireis mañana mismo de aquí. Voy a publicar esto, voy a apagar el ordenador y voy a dormir. Ningún bicho asqueroso, sea de la especie que sea me va a quitar el sueño ni la felicidad.

4 comentarios:

Javier Castellano dijo...

Hola Ester.
De Cien años de soledad:

...las cucarachas, el insecto alado más antiguo de la tierra, era ya la víctima favorita de los chancletazos en el Antiguo Testamento, pero que como especie era definitivamente refractaria a cualquier método de exterminio, desde las rebanadas de tomates con bórax hasta la harina con azúcar, pues sus mil seiscientas tres variedades habían resistido a la más remota, tenaz y despiadada persecución que el hombre había desatado desde sus orígenes contra ser viviente alguno, inclusive el propio hombre, hasta el extremo de que así como se atribuía el género humano un instinto de reproducción, debía atribuírsele otro más definido y apremiante que era el instinto de matar cucarachas, y que si estas habían logrado escapar a la ferocidad humana era porque se habían refugiado en las tinieblas, donde se hicieron invulnerables por el miedo congénito del hombre a la oscuridad, pero en cambio se volvieron susceptibles al calor del mediodía, de modo que ya en la Edad Media, en la actualidad y por los siglos de los siglos, el único método eficaz para matar cucarachas era el deslumbramiento solar.

Ester R. Macarro dijo...

No recordaba esa referencia a las cucarachas en Cien años de soledad, ¡magnífico Javier! Ya llevo cuatro días sin ver ninguna, creo que he conseguido que les parezca más atractiva la casa del vecino jejeje

silviodiaz dijo...

cucarachas enojadas fumando marihuna! bso abierto hasta el amanecer.

Anónimo dijo...

Muy bien.... pa fuera telarañas!!!
Que ningun insecto te dañe y mucho menos, te quite el sueño!
Un beso Eli