jueves, 19 de diciembre de 2013

Una Navidad especial

De todas las que recuerdo en mi vida, esta es sin duda la más especial. La más bonita porque tú estás en ella, porque la alegría con la que me  haces despertar es lo más increíble que he podido experimentar nunca.
Jamás pensé que se podía querer tanto, nunca creí que una mirada, una sonrisa pudiesen ser lo más valioso que exista sobre la tierra.
Hoy hace dos meses que naciste, dos meses en los que dejé de ser yo sola, en los que el egoísmo e incluso frialdad de centrarse en una misma se evaporaron de un plumazo. Ahora todo mi mundo eres tú, y lo siento gustosa, siento que despertarme a tu lado, ver si duermes, mirar si quieres comer, verte patalear mientras te cambio el pañal. Cada día es nuevo y maravilloso, cada día es especial porque estás tú. 
Tus sonrisas en sueños poco a poco se han trasladado de la vigilia y sonríes mirándome a los ojos, sonríes cuando te digo guapo, al oirme cantarte canciones y al hacerte cosquillitas en los pies.
Sonríes porque eres feliz y eso me hace aún más dichosa. 
Es alucinante como una personita tan pequeña puede cambiar tanto tu mundo. Y estas navidades van a ser muy especiales para mí, para nosotros, para la nueva familia que hemos formado. Porque tienes que saber que no sólo a mí se me cae la baba al mirarte, también a tu padre, que te quiere tanto como yo. Y eso también me hace feliz, teneros a los dos en mi vida cada día. Mis dos hombres.

 Dos meses ya... parece que fue ayer cuando te tenía en mi tripita dando pataditas, pero no, ya tus ojos, los más hermosos del mundo, me sonrien cada día. Es tan especial cuando me coges con tus manitas un dedo, cuando lloras y al estrecharte contra mi pecho te calmas, haces sin duda, que me sienta importante, que me sienta tu MADRE. Sí, porque es lo más hermoso que le puede pasar a una mujer, ser mamá. Y no quiero ni imaginar la sensación que tendré cuando lo digas con tus propias palabras, si ya ver tu risa y tus primeras lágrimas ha sido maravilloso. Ahora entiendo lo que me quiere mis padres, y por qué pase lo que pase, siempre están ahí. Gracias.

Y a todos los que me seguís... os deseo que seais tan felices como lo soy yo. ¡Feliz Navidad!



lunes, 30 de septiembre de 2013

Queda tan poco...

Yo que pensaba que no iba a llegar nunca el otoño, ni se iba a terminar el verano y como no llegar la fecha en la que casi estoy cumplida...y lo que es más importante, el vivir pensando qué día será el que vas a venir conmigo y si me voy a poner de parto.

Imagino que todas las mujeres que han sido madres habrán pasado por esta sensación, que es cuanto menos extraña y contradictoria. Por un lado, estás deseando que llegue el momento para tener a tu bebé entre tus brazos, pero por otro dices... si está muy calentito dentro para qué va a salir ya, con lo tranquila que yo estoy... y como no, todos los miedos que acarrea el ponerse de parto. Y ese pensamiento que me invade a veces... "¿sabré cuando estoy de parto? Si no he sentido nada raro hasta ahora". Si haces ese comentario en voz alta delante de mamás, te miran sonriendo y diciendo: "ya te enterarás, anda que no te vas a dar cuenta", lo cual te hace acojonarte aún más. Hombre, una va mentalizada de que va a doler mucho y esas cosas, pero como es algo nuevo, nunca sabes a que te enfrentas exactamente y siempre queda la esperanza de... a lo mejor a mí no me duele tanto. (Oye que la esperanza nunca se pierde, y lo que es mejor, la epidural existe).
En fin, que como todo en este mundo, son experiencias que hay que vivir y que hay que ser valiente. No queda otra... salir tiene que salir por mucho que me guste ver como se me mueve la barriga con los movimientos de Manuel y sentir que le gusta la música cuando se la pongo cerca. Ya se la pondré también entre mis brazos...

Bueno, os dejo con este día melancólico de otoño, último día de septiembre. Disfrutad de las hojas secas.


martes, 30 de julio de 2013

Ayyy Manuel

La verdad que es complicado explicar con palabras lo que siento cada vez que te mueves, cada vez que me das una patadita o cada vez que me doy cuenta que no estoy sola. Estás conmigo desde hace casi siete meses, pero es ahora cuando te siento más intensamente.
Se pasaron las fatigas, el mal cuerpo, y la sensación extraña de saber que tienes un ser creciendo en tu interior, esa sensación que hace que no llegues a creeerlo con certeza, esa incertidumbre que se genera dentro de tu ser.
Pero ahora ya es distinto. De 29 semanas, mi tripa está grande, siento tus movimientos, que respondes a mi voz, al tacto de mi mano cuando rozo mi piel. Tú ya estás con nosotros, ya eres parte de mí, de mi ser, te quiero y aún no he visto tu cara. Y creo que me sientes, que me entiendes y que entiendes lo que te hablo, lo que te susurro y lo que te canto. Yo creo que conoces ya lo que va a ser parte de tu vida, los sonidos que rodean mi existencia que no tardará en ser la tuya.
Es increíble como estar embarazada hace que cambie todos tus esquemas de vida, de repente todo gira en torno a este niño que va a llegar, porque eres niño, un bebé, y tienes ya nombre, te llamas Manuel.  Yo jamás me había interesado por cosas de la maternidad, por lo que hace falta para el bebé, de hecho apenas he tenido contacto con niños pequeños, y en apenas unos meses, es como si hubiese hecho un máster intensivo. He leído revistas, libros, páginas web... una locura para que no le falte de nada, o al menos, no le falte lo necesario.  Y mejor ya no pienso en las miles de historias que me cuentan sobre el momento del parto. En eso mejor no pienso, como cada nuevo proyecto que he emprendido en mi vida,  lo haré con arrojo y coraje...no me queda otra. 
Sin duda, cariño mío, me haces sentirme tan feliz y tan dichosa de llevarte en mi interior, que ahora mismo no lo cambiaría por nada de este mundo. Creo que esta experiencia es una de las más maravillosas de mi vida, me cuesta trabajo expresar la felicidad que siento. A veces, esa felicidad se mezcla con angustia e incertidumbre a que vaya todo bien, pero supongo que no dejan de ser miedos de primeriza.
Llevo cantándote dos canciones que ya debes odiar desde que eras un garbancito: Sabor de amor, Pin pon es un muñeco y últimamente se ha unido al repertorio Susanita tiene un ratón. Creo sinceramente que debería plantearme aprenderme canciones de cuna bonitas y otro tipo de canciones o me vas a odiar. Pero estoy segura que te gustará la buena música como a tu padre, porque cuando la escuchas no dejas de moverte.
En fin, pasado ya el mes de julio, cada vez queda menos para tenerte entre mis brazos, entre tanto, seguiré disfrutando de tus movimientos y pataditas y arreglando tus cositas para que cuando llegues todo esté a la altura de lo que te mereces.
Un beso de mamá. (Nunca me había llamado a mí misma así... mamá...¡qué bien suena!)


jueves, 25 de abril de 2013

Primavera

No escribo desde enero, desde el invierno aciago y lluvioso que ha impregnado nuestras vidas durante meses. El sol oculto semanas tras semanas, la lluvia resbalando gota a gota por el cristal, el moho y la humedad apareciendo por las paredes, el ambiente oliendo a tierra mojada. Todo eso a mi alrededor, y en mi ser surgía una vida nueva, un pequeño ser que me acompaña cada día, que me ha extinguido la sensación de soledad que a veces nos inunda y desde que sé que estás conmigo nunca he vuelto a sentir.
No sé cómo será tu cara, ni tus ojos, ni tus manos, no sé cómo te llamarás ni si serás una niña o un niño, pero sólo sé que ya eres parte de mí, he intentado escribirte, pero me daba miedo a que las palabras se llevaran esta preciosa sensación, esta magia que siento ahora mismo, porque cada día que pasa, ahora que se está pasando el mal cuerpo y las fatigas, me haces sentirme mucho más feliz.
Me gusta mirarme la tripa, cómo va creciendo, por ahora muy tímidamente pero ya sobresale, ha habido cambios en mi cuerpo e incluso en mi mente, has cambiado toda mi concepción del mundo, ya no soy yo, ahora somos nosotros.
Sé que estás conmigo e imaginar el momento en el que llegues, en el que te estreche entre mis brazos es algo indescriptible. Aún no te siento moverte, pero deseo con fuerza que eso ocurra, me gusta hablarte, me gusta pensar y leer para los o las dos. Desde que sé que estás conmigo no hay ni una sola noche que me despierte sin tener mi mano en mi vientre, creo que si te acaricio me sientes, creo que sientes todo lo que me pasa., por eso intento no enfadarme en clase y gritarles menos a los alumnos, porque no quiero que odies el colegio desde ya... te quedarán tantos años estudiando...
Tu madre es profe, enseña lengua y literatura en la ESO y Bachillerato, aunque a veces, siento que enseñar a ser buenas personas a mis alumnos es lo mejor que  puedo hacer por ellos. Aunque antes, tu madre fue periodista y este gusto por la escritura jamás va a desaparecer e intentaré inculcártelo siempre. No sé, ya me irás conociendo, no tengo ni idea si seré buena madre, soy nueva en esto, aunque como cada una de las tareas que he emprendido en mi vida, daré todo para que las cosas salgan como deseo.
Me gustaría que esta sea la primera de las cartas que te escribo, aquí en mi blog, porque quiero hacer partícipe de mi felicidad a todo el mundo que me lea. Por ahora, me quedo con tu primera ecografía, creo que vas a ser muy enérgico/a, movías tus manos con mucha fuerza, como molesto por la presión en la tripa, yo creía hasta ver cómo me sonreías, fue un instante lleno de magia, y a mí lo único que me salió de la boca fue: qué graciosino el bebé, no deja de moverse con lo chico que es. A tu padre y a tu abuela se les caía la baba, no fueron capaces de decir absolutamente nada. Y yo sólo sé, que ya te quiero y aún no te conozco.





sábado, 19 de enero de 2013

El temporal


Y la luz viene y se va,
y el viento la atrapa
entre sus transparentes manos
 mientras le chilla al oído,
y con el pelo mojado
la dulce lluvia se pelea con la vida...
lluvia, viento y luz,
naturaleza hundida entre una paz agónica
que no llega...
huracanes de pasiones,
temporales de incesante magia.
Y al final, la luz decide quedarse,
el viento acomplejado se marcha con la lluvia,
la luz solitaria finge una felicidad marchita
y la lluvia cree haber ganado
de nuevo,
esta guerra, y no...
solamente una batalla.