lunes, 6 de abril de 2020

DÍA 21 de Confinamiento: Noche de pizza

Sí. Lo sé. Mi propósito de hacer un diario ha dejado un cúmulo de días entre el 3 y el 20 ahí en el limbo. I know.  Pero entre que la primera semana fue un caos absoluto, sin saber bien organizarme entre el teletrabajo, la casa, los niños, y la segunda semana caí en una especie de caos vital debido a un resfriado que acabó en paranoia mental... las ganas de escribir se esfumaron.

Hoy he encontrado un instante, un instante mientras espero la pizza que mi marido ha hecho, y mientras me llega el olor del horneado... me he dispuesto a escribir unas letras. Qué voy a contar yo que no sepamos todos, que los días van pesando, que hoy ha hecho un día muy nublado, con niebla continua todo el día y eso lo hace un poco cuesta arriba a veces. No siento esa necesidad imperiosa de salir, quizás lo que más echo de menos de todo es poder salir a andar por  los caminos de la estación o por la parra. Estirar las piernas y sentir el olor de la naturaleza. Por supuesto, ver a mi familia, a mis amigos,  compañeros del trabajo y poder salir a tirar la basura o a comprar sin el miedo metido en el cuerpo.
Tengo que decir que en todo este tiempo he aprendido que no necesito mucho para ser feliz. Una sonrisa de mis hijos, unas risas con mi marido, escuchar música para bailar un poco, comida rica, y tranquilidad. Es curioso, siempre me faltaba tiempo para todo, y me he dado cuenta que tenía todo, incluido ese tiempo, era cuestión de saber organizarlo. Es cierto, que el confinamiento con niños no es igual que con ellos, que una no tiene tiempo todo el día para leer, ver series o hacer otras cosas que me gustaría, pero jugar es algo que me gusta y se me había olvidado, ha sido un buen descubrimiento. Hay tanto que aprender de los niños... ellos están felices, contentos, porque están en casa con sus padres, en realidad tienen algo ahora que antes no, el tiempo con nosotros, antes corríamos de un lado para otro desde que abrían los ojos por las mañanas, ahora pueden disfrutar de la calma y el juego, es otra forma de sentir la vida, de disfrutar, no se quejan de estar encerrados, el mayor echa de menos su colegio y sus amigos, pero no excesivamente, es feliz aquí, porque tiene todo lo que necesita, AMOR. Y son felices con cualquier cosa. Estoy aprendiendo tanto de ellos...

Reconozco que dejé de ver las noticias, hubo una semana entera que no sabía que estaba pasando fuera, no podía con esa carga, necesitaba quitarme ese peso porque sino no podía ni andar. Yo bastante tenía con organizar un centro y una enseñanza virtual de la noche a  la mañana. Bendita locura la de miles de profesionales que lo han dado todo estas dos semanas intensas.

Yo estoy en casa. Estoy sana. Mi familia está bien. Soy una privilegiada. Prefiero vivir en el presente, estoy haciendo mucho yoga y meditación porque me sirven para controlar la ansiedad. Eso me hace bien. No quiero lo que me haga mal. Otra enseñanza, agradecer lo que tengo cada día, y no agobiarme con lo que pueda venir, eso ya se afrontará.

Y ahora, me voy a comer la pizza. Y mañana, será otro día. Martes santo para ser más concretos. Mañana hablaré de la Semana Santa. Hace justo un año estaría terminando mi Pregón de Semana Santa 2019. 

domingo, 15 de marzo de 2020

Día 2 de Confinamiento.

Lo titularía... hoy ya me he puesto nerviosa. Y sólo es el  día 2.
Mi hija me persigue por todas partes de la casa y no consigo despistarla. Y eso que mi marido está en casa, mañana que tiene que trabajar, creo que va a ser horrible.
Me levanté sobre las nueve, al menos no madrugaron tanto, bajamos, desayunamos, recoger un poco...
 Y el resto del tiempo jugamos en el patio. Hicimos el dibujo del arcoíris y TODO VA A SALIR BIEN. Pero aquello fue un caos... Dios mío. Niña quita color a niño, niña tira el cesto de las pinzas, niño enfadado porque niña coge color, niña coge todos los colores y los tira por el suelo, niño llora, niña coge dibujo del niño y lo arruga, niño pega a niña, niña pega a niño, los dos lloran, yo también quiero llorar... acto seguido acaban los dibujos y los pegamos en la puerta de la calle. No me da tiempo ni a cerrar cuando salen corriendo para el patio... niño coge manguera, niña se pone debajo, niño ríe, niña llora, mami grita, marido baja que estaba arreglando el estudio. TODOS PARA DENTRO.
Después de ese tiempo a preparar comida. Comemos, recogemos, niña se duerme y niño juega. Un ratito para seguir viendo Outlander. Momento calma del día.  Pero dura poco, niño viene con su monopoly Junior. A jugar. Gran momento, compro todos los hoteles del juego, gano mucho dinero, y niño después de reírse mucho acaba llorando porque ha perdido. Nuevamente al punto de partida. Hora de la merienda. Niña se despierta también, zumitos de naranja, frutita y muchas galletas, para compensar.
Y es el momento de hacer algo que mañana hay teletrabajo, madre del amor hermoso, dejo planteada la semana de mis grupos, directrices al claustro y me pongo a escribir esto, mientras mi niña se sube y se baja porque también quiere teclear. Esto va a ser complicado, muy complicado.

Me he agobiado ya hoy, lo reconozco. Miro las estadísticas, miro lo que puede llegar a pasar y me acojona, me acojona esta incertidumbre. Yo estaré confinada, con mis dos niños. Pero mi marido tiene que seguir yendo a trabajar, y me da mucho miedo,  así no vamos a estar libres del virus, y quién me dice que no lo tenemos ya, o alguien con quien he estado estos días lo tenía. Tengo miedo. No puedo evitarlo. Como decía una compañera hay que concienciarse que lo vamos  a pillar muchos, lo importante es no contagiarlo al grupo de riesgo.  Se me va a hacer muy difícil tantos días sin ver al resto de mi familia, pero es necesario, hay que confinarse.

He salido de casa un momento, que ha sido para tirar la basura al contenedor de la esquina. He deseado tanto tener perro... Y de nuevo me ha recordado a The Walking dead. Da todo esto tanto miedo.  Pienso también en toda la gente que tiene que seguir trabajando por los demás, sanitarios, tenderos etc. mil gracias, a todos, sois unos valientes.  Por eso mismo los demás debemos quedarnos en casa, es la única forma de pararlo o retenerlo.
Hablé con mi abuelilla Felisa hoy, me dio mucha pena, esto parece una guerra hija, no entiendo nada, ¿no estaremos en guerra y tus tías no me lo dicen? Lo que tuvo que pasar la gente mayor en aquella época, qué locura. Y lo que nos está tocando vivir ahora, es que no me lo puedo llegar a creer de verdad.
Ahora a las ocho es el homenaje de los aplausos. Mi hijo está emocionado de salir a aplaudir así que ahora saldremos.
En fin gente. Este ha sido el día 2. Ánimo. Y fuerza.  Y TODOS EN CASA.




sábado, 14 de marzo de 2020

Día 1 del confinamiento.

DÍA 1

Buenas tardes. He decidido que voy a escribir un diario de estos días y compartirlo con vosotros. Que nadie espere una obra literaria que no es más que una chorrada para pasar el tiempo (15 largos días)
Me desperté temprano, en realidad me despertó mi hija con su "mami mami, teta, teta" y saltó a la cama. Miré el reloj, y eran ya las ocho. No pude volver a dormirme. En realidad llevo durmiendo mal toda la semana, todo esto del COVID19 me tiene muy nerviosa. Bueno, a mí y a todo el mundo como es normal, no estoy preparada para una pandemia.

El día de ayer no lo voy a meter en el diario, mejor lo obvio. Porque fue demasiado intenso. Sin clases, virus extendiéndose, tomar decisiones que influyen en la vida de más de cuarenta personas... en fin. Que ayer no estuve confinada por la mañana, así que no cuenta.

Me levanté de la cama porque mi otro hijo es muy madrugador y me fui con él al salón. Supuestamente mi idea era ir a comprar el pan temprano, que no hubiese mucha gente, pero entre una cosa y otra no salí hasta cerca de las 11 de la mañana. Me monto en mi coche, y digo, voy mirando a ver donde hay poca gente, no me hacía a la idea de que iba a haber tanta gente, mi pueblo es pequeño. Fui dando un paseo por el pueblo, dentro de mi coche, y fui viendo las colas de gente en la calle esperando para entrar en las tiendas. Y paré donde no había nadie. Compré el pan y me marché. Fui a visitar a mis padres un instante, desde la puerta, mi madre que entrase, pero no , ellos más de 65 años y mi abuela de 95, como para entrar yo.  Los saludé, me dieron desde la distancia unas cosas que tenía allí y para casa de nuevo.

Ohhhh, no puedo dejar de contar que parte del tiempo lo he perdido mirando el WhatsApp, grupo de profes preguntando dudas, planteando alternativas posibles para la docencia online, otros grupos por otro lado de amigas, risas, memes, preocupaciones, informaciones varias, histeria colectiva, más memes de papel higiénico...
Y sí, saco el tema del papel higiénico, porque si el virus no produce diarrea (o sí y si es por eso chitón)  no entiendo la histeria de comprar montones y montones de paquetes. No lo veo de primera necesidad. Si uno está en casa se puede limpiar las posaderas de otra forma, se me ocurre en la bañera con jabón, mejor sería comprar mucho jabón para lavarse las manos, culillo, chochete... ustedes me entienden.
 Bueno a lo que voy, tras eso llegué a casa. Los dos niños correteando. Todo revuelto por el salón. Mi marido por allí. Y dije ea, esto ya sí que es el confinamiento de verdad.  Recoger, poner lavadoras, limpiar un poco, tender, hacer de comer... las cosas normales de algunos sábados pero con una diferencia: sin prisas. Sí señores he encontrado hoy el lado positivo, que no había que correr porque como no había nada que hacer después, blanco y en botella.
Luego me ha dado tiempo a crear el Clasroom de otro grupo, subirles material, y pensando si me grababa explicándoles algunas cosillas. Vamos esto del COVID 19 va a hacer avanzar mucho a la enseñanza porque nos vamos a inventar todo lo que pueda ser efectivo con los medios que tenemos y sobre todo que nuestros alumnos y alumnas tengan de verdad a su alcance. Amigos, que el Guadalinfo lógicamente no está abierto, y muchos no tienen ordenador con Internet. Todo el día confiscando móviles... ironías de la vida, y son los que ahora nos van a salvar la vida en esto del teletrabajo educativo.

Bueno, me ha dado tiempo mientras la chica dormía la siesta a ver el capítulo 3 de la nueva temporada de  Outlander,cuando todo esto pase tengo que visitar Escocia, ohh yeaaah. Ese Jaimie, esos paisajes...
Y después al patio otra vez con mi nene, a jugar a la pelota, a recoger la ropa, a respirar aire. Ahí me ha dado un momento de agobio, lo reconozco, el no salir a andar eso me ha dado angustia. Dos veces me ha pasado hoy: cuando iba en el coche por mi pueblo y no había apenas gente, tiendas cerradas, bares casi todos...The Walking Dead. Acojona tela.  Y eso que es solo en día 1. Mejor ni lo pienso. 

Después han llegado las noticias del estado de alarma y que esto es ya encerrada, encerrada. Menos mal que mi patio es grande, menos mal. Que dos semanas más largas me esperan.

Y aquí estoy, sentada en el patio escribiendo esto, supongo que el resto del día entre bañarse, preparar cena... A ver si veo esta noche La trinchera infinita que la tengo ahí esperándome.

Hasta mañana. Paciencia gente, y cada uno EN SU CASA. 



viernes, 4 de noviembre de 2016

ESCRIBIR



Escribir, bonita palabra. Así llamamos a esa acción mágica de ir uniendo letra a letra para formar palabras, para crear ideas, para sentir la vida a través de ellas. Comencé trazándolas a mano y poco a poco plasmándolas a través del tecleo, del suave sonido celestial que se produce al presionar tu dedo con ternura sobre cada una de las letras que sirven de instrumentos para plasmar el sentir más profundo de tu propia alma.
¿Qué haríamos sin este don divino? Para algunas personas, se convierte en un modo de vida e incluso creación y evolución personal desde la adolescencia. Hace pocos días, encontré un cuaderno mío de mis estudios de bachillerato, lleno de matrices y de derivadas, números y simbología que ha debido ocultarse en el fondo de mi cerebro porque no recuerdo absolutamente nada de aquellas matemáticas. Me dediqué a mirar con cierto asombro, aquella sucesión de ejercicios perfectamente corregidos y completos, y justo cuando terminaban esos números me reencontré con mi yo adolescente. Allí estaba yo, con mis escasos diecisiete años reflexionando sobre la vida, entre clase y clase y en la parte de atrás del cuaderno. Y aunque escritos con muy mala letra planteaba una serie de ideas muy bien argumentadas en torno al paso del tiempo, la libertad o injusticias sociales. Mi yo se desahogaba así, conversando con un papel y unas letras, y a veces, intercambiándolo con una de sus amigas, pasándose sus escritos mutuamente y estableciendo entre ambas, de por vida, una conexión irrompible entre sus almas.
Esa niña ya forjaba las ideas que me marcarían de por vida evolucionando a través de las palabras. Y es que ese modo de vida y gusto por la escritura hizo que estudiara periodismo, y que acabase siendo profesora de lengua y literatura. Y, aunque esta vida tan perfectamente planificada ajustada a los horarios laborales y un largo etcétera de excusas me alejen de la escritura, siempre ese gusanillo  me sube por la tripa y de vez en cuando me pide explicaciones por el abandono y la sequía a la que tengo sometida a las palabras de mi mundo interior. Y como bien dijo el gran Antonio Machado, “caminante no hay camino se hace camino al andar” y esta tarde he regado un poquito ese sendero de letras, aprovechando la  hermosa lluvia otoñal.

jueves, 28 de abril de 2016

HUMANIDAD

Quizás es del ser humano esa cualidad que consiste en mirar para otro lado y no ver los problemas de los demás.
Quizás nos hace fuertes el no ser solidarios, el permanecer totalmente impasibles ante la desgracia ajena. El no ponernos en el lugar de otro siempre que no nos afecte muy de cerca. Quizás, puede ser, quizás.
Pero cada día me levanto frente a la barbarie de una humanidad castigada por guerras, por crueldades absurdas, por muerte, exterminio. Niños que mueren sin haber podido llegar a ser hombres, mujeres que caminan con sus hijos pasando frío, aguantando la lluvia e intentando llegar a un país que brinde a sus hijos un futuro mejor. Se me parte el alma al ver tanta desgracia gratuita, tanta indiferencia. ¿Acaso no podíamos ser nosotros? ¿Acaso no son hombres, mujeres y niños de carne y hueso? ¿Por qué es el ser humano tan cruel y muestra tanta indiferencia? Y no hay que irse tan lejos, porque a veces, la tristeza, la desgracia y el odio están a la vuelta de la esquina. Y quizás, con una palabra, con un gesto de apoyo o una sonrisa de cada uno de nosotros bastaría para hacer un mundo mejor.

Pienso ahora en nuestra santa, y como se portaron con ella, con nuestra Eulalia bonita, en la época en la que vivió. Por su fuerza y voluntad, por su creencia en Dios, acabaron con su joven vida, de la forma más cruel y malvada que se puede imaginar, quemándola viva. Por sus ideas, por su fortaleza y no negar los principios en los que creía fielmente, nuestra Eulalia ha sido recordada, venerada, y como no, amada.

Por eso santita mía, te pido por esta humanidad, por esta sociedad. Que intercedas por nosotros y nos cuides, y puedas ayudarnos a hacer un mundo, un país o un pueblo mejor. Uno a uno, granito a granito, cada uno desde su ámbito personal y profesional, pero sobre todo, nos ayudes a ver la vida de otra forma, a ayudar a nuestros hermanos que están al lado, a tender la mano, que a veces parece tan complicado como cruzar un río de lava ardiente. Que nos hagas solidarios, que nos llenes a todos los corazones de amor, porque con ese amor podemos vivir en un mundo más bonito, un mundo más alegre y colmado de paz. Siembra en todos nuestros corazones la alegría y si cada uno de nosotros hacemos un pequeño gesto, el mundo será un lugar mejor. Y gracias Santa Eulalia, gracias por darnos esperanza cada minuto de nuestras humildes vidas.

Escrito para el libro de Santa Eulalia 2016.

viernes, 23 de mayo de 2014

Bolita


En estos tiempos que corren, en los que la crisis, el paro, las angustias y decepciones están a la orden del día, de vez en cuando viene bien un poco de humor y reirse de uno mismo.
Y eso es lo que hago yo hoy, hace mucho que no escribo, porque entre mi peque y el trabajo apenas me queda tiempo ni para encender el ordenador. Pero hoy he encontrado un ratillo para quitarme el mono, y para poder hablar de algo que imagino que les pasa a todas.

Esto va dedicado a esas señoras, bueno y también señores, (porque no va la indiscrección solo asociada al género femenino) que me miran la tripa y vuelven a mirarla, pero no son capaces de contenerse, y por supuesto no se muerden la lengua y al final como poseídos por una necesidad imperiosa te dicen: “¿niña...(se relamen como de gusto antes de decirlo) estás embarazada de nuevo?”. Y tú, con una mezcla de angustia, rabia y al final resignación le contestas muy cortesmente: “No señora no, ¡simplemente estoy gorda!”. Y de repente, les entra como un apuro, irreal por supuesto que sí, y te dicen: “eso es normal, poco a poco te quedarás delgada, si estás dando el pecho...” . Y de momeno piensas, esta tarde voy a hacer deporte y no pienso comer nunca más.

Y es irónico cuando te has pasado media vida intentando tener menos tripita, porque una, todo hay que decirlo, siempre ha sido barrigona. Y esto tiene un trasfondo, la sociedad es muy cruel con las mujeres y los estereotipos físicos, tenemos que estar perfectamente depiladas, sin michelines, cuidada la cara, vestidas a la moda, 90-60-90... y ¡caramba!, la belleza exterior no tiene que coincidir con esos cánones, cada mujer es bella en sí misma, combinando su interior y exterior y ya está bien de tantas tonterías. Y es por culpa de esta sociedad, que vivimos acomplejadas, unas por la tripa, otras por la nariz, otras por las piernas, las caderas... los hombres, seamos realistas, no tienen esas preocupaciones, la mayoría, y no me gusta generalizar, son felices con sus tripitas cerveceras cuando les salen, y las lucen orgullosos, enhorabuena a todos por ello. 
Y es que quizás la culpa sea nuestra, que somos nosotras mismas las que nos dedicamos a mirar a las demás: "y esta está demasiado delgada, y la otra tiene estrías, y aquella de allí arrugas...", deberíamos querernos un poco más.

Y volviendo a mí, y a mi barriga, nunca olvidaré cuando comenzaba a trabajar de profesora, hace ya casi siete años, era mi segundo destino de interina, si hago memoria, debía tener por aquel entonces la tripa que tengo ahora, porque estaba más rellenita. Estaba en clase y veía como dos alumnas cuchicheaban mirándome la barriga, hasta que una dijo en medio de la clase: “ maestra, ¿para cuando el niño?”, recuerdo que me cabreé, y castigué la niña con una redacción sobre la importancia de ser discreto y ponerse en el lugar de los demás, después me pasó lo mismo en otra clase, hasta que me dio por nadar para bajar la tripita. Sudores, y sudores hasta que estaba casi casi planita el año pasado...pero... llegó Manuel.

Sin duda, el verano pasado el más feliz de mi vida luciendo barriga, sin preocuparme de los michelines tostándome al sol en la playa y la piscina. Y fijaos que tontería más grande porque cada una tiene el cuerpo que tiene y ya es hora con 33 años de haber aceptado que la barriguilla es parte de mi persona pero... qué va, no hay manera, que me queden apretados los vaqueros, que parezca que estoy embarazada de nuevo... cuesta trabajo asumirlo.

¿Pero sabéis que os digo? Que hay cosas más importantes que estar a la línea, que si tengo tripa miro a mi niño y se me quita la angustia, y que la gente podía ser un poquito más considerada y no decir todo lo que se le pase por la cabeza, sin ponerse en el lugar de los otros, empatía señoras y señores, se llama empatía.
Y a quien no le guste mi cuerpo que mire para otro lado,estoy contenta con lo que soy, afortunadamente hay cosas más importantes por las que preocuparse, motivos por los que luchar y dejar vivir al prójimo tranquilo. El camino es dejar de tener complejos y quererse a uno mismo sea como sea. Y reírse de uno mismo,es la mejor medicina contra las absurdas críticas de los demás. Sean felices.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Una Navidad especial

De todas las que recuerdo en mi vida, esta es sin duda la más especial. La más bonita porque tú estás en ella, porque la alegría con la que me  haces despertar es lo más increíble que he podido experimentar nunca.
Jamás pensé que se podía querer tanto, nunca creí que una mirada, una sonrisa pudiesen ser lo más valioso que exista sobre la tierra.
Hoy hace dos meses que naciste, dos meses en los que dejé de ser yo sola, en los que el egoísmo e incluso frialdad de centrarse en una misma se evaporaron de un plumazo. Ahora todo mi mundo eres tú, y lo siento gustosa, siento que despertarme a tu lado, ver si duermes, mirar si quieres comer, verte patalear mientras te cambio el pañal. Cada día es nuevo y maravilloso, cada día es especial porque estás tú. 
Tus sonrisas en sueños poco a poco se han trasladado de la vigilia y sonríes mirándome a los ojos, sonríes cuando te digo guapo, al oirme cantarte canciones y al hacerte cosquillitas en los pies.
Sonríes porque eres feliz y eso me hace aún más dichosa. 
Es alucinante como una personita tan pequeña puede cambiar tanto tu mundo. Y estas navidades van a ser muy especiales para mí, para nosotros, para la nueva familia que hemos formado. Porque tienes que saber que no sólo a mí se me cae la baba al mirarte, también a tu padre, que te quiere tanto como yo. Y eso también me hace feliz, teneros a los dos en mi vida cada día. Mis dos hombres.

 Dos meses ya... parece que fue ayer cuando te tenía en mi tripita dando pataditas, pero no, ya tus ojos, los más hermosos del mundo, me sonrien cada día. Es tan especial cuando me coges con tus manitas un dedo, cuando lloras y al estrecharte contra mi pecho te calmas, haces sin duda, que me sienta importante, que me sienta tu MADRE. Sí, porque es lo más hermoso que le puede pasar a una mujer, ser mamá. Y no quiero ni imaginar la sensación que tendré cuando lo digas con tus propias palabras, si ya ver tu risa y tus primeras lágrimas ha sido maravilloso. Ahora entiendo lo que me quiere mis padres, y por qué pase lo que pase, siempre están ahí. Gracias.

Y a todos los que me seguís... os deseo que seais tan felices como lo soy yo. ¡Feliz Navidad!