viernes, 23 de mayo de 2014

Bolita


En estos tiempos que corren, en los que la crisis, el paro, las angustias y decepciones están a la orden del día, de vez en cuando viene bien un poco de humor y reirse de uno mismo.
Y eso es lo que hago yo hoy, hace mucho que no escribo, porque entre mi peque y el trabajo apenas me queda tiempo ni para encender el ordenador. Pero hoy he encontrado un ratillo para quitarme el mono, y para poder hablar de algo que imagino que les pasa a todas.

Esto va dedicado a esas señoras, bueno y también señores, (porque no va la indiscrección solo asociada al género femenino) que me miran la tripa y vuelven a mirarla, pero no son capaces de contenerse, y por supuesto no se muerden la lengua y al final como poseídos por una necesidad imperiosa te dicen: “¿niña...(se relamen como de gusto antes de decirlo) estás embarazada de nuevo?”. Y tú, con una mezcla de angustia, rabia y al final resignación le contestas muy cortesmente: “No señora no, ¡simplemente estoy gorda!”. Y de repente, les entra como un apuro, irreal por supuesto que sí, y te dicen: “eso es normal, poco a poco te quedarás delgada, si estás dando el pecho...” . Y de momeno piensas, esta tarde voy a hacer deporte y no pienso comer nunca más.

Y es irónico cuando te has pasado media vida intentando tener menos tripita, porque una, todo hay que decirlo, siempre ha sido barrigona. Y esto tiene un trasfondo, la sociedad es muy cruel con las mujeres y los estereotipos físicos, tenemos que estar perfectamente depiladas, sin michelines, cuidada la cara, vestidas a la moda, 90-60-90... y ¡caramba!, la belleza exterior no tiene que coincidir con esos cánones, cada mujer es bella en sí misma, combinando su interior y exterior y ya está bien de tantas tonterías. Y es por culpa de esta sociedad, que vivimos acomplejadas, unas por la tripa, otras por la nariz, otras por las piernas, las caderas... los hombres, seamos realistas, no tienen esas preocupaciones, la mayoría, y no me gusta generalizar, son felices con sus tripitas cerveceras cuando les salen, y las lucen orgullosos, enhorabuena a todos por ello. 
Y es que quizás la culpa sea nuestra, que somos nosotras mismas las que nos dedicamos a mirar a las demás: "y esta está demasiado delgada, y la otra tiene estrías, y aquella de allí arrugas...", deberíamos querernos un poco más.

Y volviendo a mí, y a mi barriga, nunca olvidaré cuando comenzaba a trabajar de profesora, hace ya casi siete años, era mi segundo destino de interina, si hago memoria, debía tener por aquel entonces la tripa que tengo ahora, porque estaba más rellenita. Estaba en clase y veía como dos alumnas cuchicheaban mirándome la barriga, hasta que una dijo en medio de la clase: “ maestra, ¿para cuando el niño?”, recuerdo que me cabreé, y castigué la niña con una redacción sobre la importancia de ser discreto y ponerse en el lugar de los demás, después me pasó lo mismo en otra clase, hasta que me dio por nadar para bajar la tripita. Sudores, y sudores hasta que estaba casi casi planita el año pasado...pero... llegó Manuel.

Sin duda, el verano pasado el más feliz de mi vida luciendo barriga, sin preocuparme de los michelines tostándome al sol en la playa y la piscina. Y fijaos que tontería más grande porque cada una tiene el cuerpo que tiene y ya es hora con 33 años de haber aceptado que la barriguilla es parte de mi persona pero... qué va, no hay manera, que me queden apretados los vaqueros, que parezca que estoy embarazada de nuevo... cuesta trabajo asumirlo.

¿Pero sabéis que os digo? Que hay cosas más importantes que estar a la línea, que si tengo tripa miro a mi niño y se me quita la angustia, y que la gente podía ser un poquito más considerada y no decir todo lo que se le pase por la cabeza, sin ponerse en el lugar de los otros, empatía señoras y señores, se llama empatía.
Y a quien no le guste mi cuerpo que mire para otro lado,estoy contenta con lo que soy, afortunadamente hay cosas más importantes por las que preocuparse, motivos por los que luchar y dejar vivir al prójimo tranquilo. El camino es dejar de tener complejos y quererse a uno mismo sea como sea. Y reírse de uno mismo,es la mejor medicina contra las absurdas críticas de los demás. Sean felices.