Hace mucho que no escribía. Se ve que al volver a mi vida normal, vuelven las historias y las ganas de contar cosas. Lo bueno es volver a Sevilla en esta época. Son curiosas a veces las emociones contrapuestas que le pueden inundar el alma a uno. En este caso a una. A servidora.
La semana pasada, cuando tuve que venirme a la capital me daba pena abandonar la sierra, sentí nostalgia por aquello, por ese otro mundo que tanto me gusta aunque a veces no me dé cuenta. El sentimiento brotó cuando fui la semana pasada a coger gurumelos con mi padre. Él es un gran aficionado cuando llega la época, entre febrero y marzo dependiendo de las lluvias y el año, a salir por las tardes a buscar este preciado manjar. Incluso tiene una cesta destinada para tal menester.
Coger gurumelos es todo un arte, un arte que no todos llegan a desarrollar, o como bien me dijo mi padre "es algo hereditario e innato a los genes". La frase me la dijo después de que orgulloso descubriese que su lección para encontrarlos había sido dignamente aprendida. ¡Encontré solita tres gurumelos! . No te preocupes, que es que acaba de venir alguien por aquí hace unas horas, por eso no encuentras más. Y era cierto, se encontraban los huecos en la tierra de haberlos recogido recientemente. Había que ir buscando un pequeño montoncito desquebrajado en ocasiones y simplemente elevados en otros. Fácil, lo que se dice fácil no era.
Pero me gustó ir con mi padre a buscarlos, (por supuesto comérmelos aún más: en croquetas, en salsa, con arroz, puré...) me sentí agusto, el sol dándome en la cara, el olor a jaras y romeros, el trinar de los pájaros, los arroyos llevando agua. Toda esa vida verde y azul alrededor desarrolló en mí la necesidad de escribir hace muchos años, y algo me dijo que aquello era algo que no podía perder nunca. Una tradición, una costumbre que es propia de la sierra, de la familia y de un pueblo entero.
Me di cuenta que parte de mí, una gran parte está por allí. Que esa forma de vida es algo que siempre voy a llevar dentro, esas raíces de la tierra que tanto me han aportado siempre permanecerá en mí.
Por mucho que me guste la ciudad, por mucho que me encante Sevilla, siempre encontraré un hueco para pasear por la sierra, un momento para estar con los míos y coger gurumelos será algo que un día enseñaré a mis hijos.
Gurumelitos cogidos por mi papi
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