domingo, 19 de septiembre de 2010

Colas

La administración, la burocracia definitivamente no funciona bien. Como bien anunciaba siglos atrás en su famoso Vuelva usted mañana, Mariano José de Larra, los burócratas no saben realizar su trabajo con eficacia, me refiero a los burócratas de ventanilla.
Un ejemplo de esa ineficacia es la tarde maravillosa que pasé sola en la EOI de Sevilla, en las horas más agradables del fresquito sevillano que corre por la capital a principios de Septiembre.

Nada más llegar me dan el número E64, ah bueno, son sólo 60 personas delante, no puede ser demasiado tiempo, tampoco está tan mal...pero no señores, no va el E20 como pensaba, el número era el D20. Pero me dije que no sería para tanto.
De modo que me situé en la cola, me puse a charlar con una señora muy amable que me cuenta cómo ha ardido Troya en la EOI durante la mañana, al parecer la cola era monumental, habían cerrado la puerta del IES a las 12 al ver que había formada una gran cola  lo cual provocó el cólera de algunos de los asistentes por lo que pedían libros de reclamaciones y no entendían como el plazo para la matrícula de los que se habían examinado en septiembre era solo de dos días.

Después de charlar un rato con la señora, contarle como gracias a la ineficacia de la secretaría de la EOi tuve un punto menos en el concurso de traslados porque se negaban a darme una copia, no obstante fue providencial para estar este año en un instituto de Sevilla capital y no en Cádiz o la sierra de Almería. Ella también era profe, de inglés, y acabamos hablando del nuevo ROC, que deja el reparto de grupos a la discrección del directos o a un acuerdo del departamento. Nos reímos de lo del acuerdo.

Pero de pronto, las señora me abandonó en la cola y me fui a sentarme en las escaleras, era tontería estar de pie. Ofú, todavía va el D50. Allí sentada,me puse a mirar los sms del móvil y una chica colombiana me preguntó que a qué idioma me apuntaba y acabamos hablando de los planes de estudio en la Universidad de Colombia. En ese momento, después de dos horas de cola me pregunté que para qué quería matricularme en 1º de Italiano, pero ya había pagado y llevaba dos horas de cola, así que a lo hecho pecho. Otra nueva amiga que me abandona, cada vez estaba más cerca de la puerta y ahora vamos ya por los números E. 

Ya queda menos. Las seis y media. En el banco entablo conversación con otra chica que se acababa de matricular en 1º de italiano, mira una amiga para las clases. Seguía pasando el tiempo. Siete menos cuarto, E40. Me llaman por teléfono y me entretengo hasta que ya casi que me toca entregar los papeles. E64. 

Pase. Entrego los papeles, elijo el grupo: un minuto y medio. Tres horas y media para un minuto y medio. ¿Cómo puede ser posible? No tiene sentido. Colas de tres horas y media. ¡Y solo para entregar  tres papeles! Esto se hace por internet señores, en la sociedad en la que vivimos no puede ser que una persona pierda cuatro horas de su vida para matricularse en un idioma. Si son tan torpes de aglutinarlo todo en dos días, al menos que pongan a más personal, y sino que se haga por Internet, o que den números en los que te ponga la hora. En fin, que esa tarde podía hacer muchas cosas. No obstante, mañana comienzo las clases de italiano. Mi chiamo Ester. Io sonno Ester. A ver si mereció la pena aquella tarde de calor y absurda.

3 comentarios:

Javier Castellano dijo...

Qué diferencia con la EOI de Aracena, donde van detrás tuya para que te apuntes, jejeje. La masificación en Sevilla ha hecho que al final me decida por estar este año en blanco.

¿Por qué italiano? Por el placer que produce su musicalidad, porque su cultura es cercana a la nuestra, porque no es difícil iniciarse, porque no todo lo que se hace en esta vida tiene una razón práctica... Te deseo lo mejor en esta nueva aventura tuya.

Ciao! Ci vediamo!

Javier Castellano dijo...

Ah, y se me olvidaba, en el libro "Come, raza, ama" de Elizabeth Gilbert hay 36 capítulos donde la protagonista trata de aprender italiano... sí, es el libro de la película que hoy tanto se está promocionando.

Anónimo dijo...

Vamos, vamos, no nos quejemos tanto de nuestros competentísimos compañeros de ventanilla. ¿Qué culpa tienen ellos de haber nacido con el cerebro mutilado para la organización más allá de toda recuperación? Hay que mostrar más comprensión hacia ellos, Ester.