lunes, 10 de octubre de 2011

Sobre educación


Hago una hora de guardia. Te encuentras a primera hora, después de haberte levantado a las seis y media de la mañana. Entro en una clase, en la que ha faltado la profesora de religión, que no digo yo nada, que no tiene la culpa la buena mujer a la que yo ni siquiera conozco. Pero que por el reajuste de horas que han hecho en su asignatura, se van a cambiar todos los horarios. Es el tercer año que me cambian el horario por esta razón.En Delegación podían tomar las decisiones definitivas a principios de curso…
Pues me hallo en una clase de tercero de ESO, un grupo al que no le doy clase. Y tengo delante un personaje, es un niño que está claro que tiene algún problema especial (¿esta definición es políticamente correcta?), es decir necesidades educativas especiales. Yo he llegado y no conozco de nada a este niño. A priori le llamé la atención, pero no ha dejado de molestar, haciendo gestos, ruidos, movimientos extraños para entretener al resto de la clase. Ahora me pregunto si seguir llamándole la atención o no. Es que no sé cómo es este niño. Obviamente es primera hora, una hora de guardia, no conozco al grupo y no tengo ganas ninguna de enfadarme. Para dejar pasar el tiempo me he puesto. a escribir esto.
Pero ya que estamos me gustaría hacer una pequeña reflexión en torno a la docencia. ¿Tengo armas para enfrentarme a este tipo de situaciones? Yo con este tipo de incidentes me siento regular. Cuando tengo, como en un segundo de la ESO, una media de 27 alumnos por clase, tres con ACIS, dos que necesitan refuerzo y el resto que hay que controlar para que reine la paz y el orden, no tengo tiempo para dedicarles a estos alumnos que necesitan una atención especial. La razón es que hay 20 alumnos más, y una materia que desarrollar. Hacer todo esto en una hora y organizar la clase de modo que ellos trabajen fichas mientras explico a los demás y mientras los demás hacen actividades corregírselas a ellos, es a veces, materialmente y técnicamente imposible. Y a mí eso me genera estrés, estrés porque siento que no les dedico toda la atención que se merecen. Por ello considero que las cosas están planteadas mal. Debe haber otra forma. Si yo tuviese, pongamos 10 o 15 alumnos por clase, todo sería diferente.Podría trabajar mejor, podría atenderlos como realmente se merecen. Pero así, no se puede. 
Yo abogo por un verdadero pacto por la educación, ayer leía un artículo de Ian Gibson en el País que comentaba que ese era el problema en España, carecíamos de esas medidas de acuerdo entre todos los partidos políticos, porque la educación pública requiere esa estabilidad y todas las garantías para que sea realmente educación de calidad.
Los recortes que las comunidades autónomas gobernadas por el PP están llevando a cabo, no son más que menosprecio a ese derecho a que nos eduquen con calidad. Me da igual si suena a demagogia barata, pero si la pública deja de ser una enseñanza buena y que nos prepare a todos y todas independientemente de la clase social, mal vamos.
Mis padres han sido trabajadores, con esfuerzo han podido darme unos estudios que me han permitido: hacer la ESO y el Bachillerato gratis, estudiar una carrera a unos precios más o menos asequibles, sin becas, porque por aquellos años estaba Aznar en el gobierno(años más tarde sin ir más lejos, mi hermano tuvo buenas becas para estudiar su carrera universitaria, y¿por qué? Porque había cambiado el signo político del gobierno. Sólo me remito a los hechos). Lo que no quiero es que por culpa de gobiernos que primen la educación privada, se menosprecie a la gente trabajadora y se le prive de tener una formación digna que los sesgue y les impida llegar a lo más alto, puestos que solamente ocupen una élite que claro está, la integren los que puedan pagarse la única enseñanza de calidad que exista. Pero bueno,confío en que no lleguemos a ese punto. Los profesores hacemos bien nuestro trabajo, y pese a las dificultades encontradas, la gran mayoría lucha porque la cultura se extienda por doquier. La educación pública de calidad es un DERECHO y no se debería perder jamás lo que se ha ganado con el tiempo.

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