La entrada de hoy va sobre nombres. Cómo el llamarnos de un modo u otro marca la forman en la que otras personas pueden vernos.La idea me vino la semana pasada, viniendo del Instituto hay un parquecito por el que me encanta pasar, siempre hay gente tomando el sol, paseando a sus perros o chavales que se han saltado las clases disfrutando del tiempo libre.
Iba atravesando el parque y vi a un señor mayor que paseaba un perrito pequeño, negro y algo rarito la verdad. El señor, que rondaría los 80 años más o menos, jugaba con su perro entusiasmado. Cuando me iba acercando, vi que el can se alejaba de su dueño, y este lo llamaba, bueno en este caso la llamaba, cuando escuché el nombre supe que era una perrita. "Yoliiiii, vuelve aquí Yoliiiii". Una sonrisa se esbozó en mi rostro, la ha llamado Yoli y comencé a pensar en ello. Instantáneamente, vinieron a mi cabeza las tres Yolis que yo conocía y miré a la perrita viendo sin querer rasgos de ellas en el chucho. Da la casualidad, que no conozco a mucha gente con ese nombre, pero coinciden en ciertas características básicas. Características que ya he asociado a ese nombre, por eso me hizo tanta gracia escucharlo de boca de este señor para llamar a su amiga fiel.
Rápidamente otro pensamiento vino a mi mente, mi abuelo Manuel, tenía una huerta en la que plantaba tomates, pimientos, cebollas y muchas más verduras, pero en la que además, tenía siempre gallinas. Me encantaban los huevos de esas gallinas. Me gustaban cuando íbamos y siempre nos tenía preparada una docena de huevos de sus gallinas, para tu huevo frito me decía.
Una vez, me regalaron una patita que no podíamos llevarnos de viaje, por aquella época creo que vivíamos en Asturias, por lo que mi abuelo me dijo que la dejase en la huerta. Cada vez que volvía al pueblo, iba a visitar a mi patita, y mi abuelo me tenía guardado los huevos de mi pata, que seguro que tenía algún nombre, pero soy incapaz de recordarlo. Eran huevos más grandes que los de las gallinas y en muchas ocasiones tenían dos yemas. Eso era otra cosa que siempre guardaba para mí, los huevos con dos yemas. ¡Qué emoción más grande sentía al comerlos!.
El caso es que mi abuelo, que siempre era tan peculiar, llamaba a las gallinas con nombres de mujeres, pero no nombres cualquiera, nombres de personas muy conocidas. Recuerdo como llamaba a una de esas gallinas, Cristina, la vecina de mi abuela se llamaba así. Yo sé que lo hacía para reírse un poco y mosquear a mi abuela. Felisa, trae a Cristina que se ha quedado enredada en la alambrada, a ver si se va a escapar. Manuel, que no llames así a la gallina, que se va a enterar un día de estos que llamas a la gallina por su nombre. Pero mi abuelo seguía llamándola así, y si moría, la nueva gallina se llamaba Cristina. Supongo que vería características de la pobre Cristina en la gallina, cualquiera sabe.
El caso es que asociamos los nombres a la gente que conocemos. Si me dicen, pongamos el nombre de Manuel, me gusta mucho porque se llaman así mi hermano, mi abuelo, mi primo y un amigo. Y ninguno de ellos tiene características negativas, así que asocio el nombre a algo positivo.
En cambio, hay otros nombres como, pongamos el ejemplo de... (mejor no ponemos ningún ejemplo de esto, no vaya a haber gente que se sienta ofendida, y fijo que todos tenéis en la cabeza nombres que reúnen este requisito), ya no os gustará tanto de entrada, y si conocéis a alguien con ese nombre le asociais instantáneamente características negativas. Mira, se me ocurre un ejemplo que no ofenderá a nadie, ¿le pondríais a vuestro hijo el nombre de Judas o de Caín? Seguro que no. En cambio, conozco a varios Abel o Jesús. En fin, que esta es la chorrada de hoy, se me ha ocurrido y me apetecía escribir. Así que, el día que tenga un hijo o hija...será complicado elegir ese nombre. Eso sí, si es una niña, no se llamará ni Cristina, ni como ninguna de las otras gallinas de mi abuelo.
Puede que la gallina Cristina no fuese así, pero el huevo seguro que es el de 2 yemas de mi pata.
Puede que la gallina Cristina no fuese así, pero el huevo seguro que es el de 2 yemas de mi pata.