La lluvia impregna de tristeza mi corazón destrozado, en pequeños trozos tiernos de desolación fría y templada. Palabras, momentos, palabras que lo ahogan en el invierno helado y arrítmico. No termina en este desfiladero angosto y nevado el camino. No va a terminar, solo continúa... Encontremos un sendero en el que la luz y la primavera se confundan con destellos. Lo hay, existe. Saltar del precipicio es la solución sencilla.. y más cobarde. Aquí está mi mano, ahora mismo inerte por el desconsuelo, aquí mi sonrisa, ahora mismo apagada por el deshielo. Aquí estoy yo, hoy, mañana y siempre.