sábado, 17 de marzo de 2012

Volver ( Este texto es para el libro de la Romería 2012 de Santa Eulalia)


Nuestra tierra tiene algo que te impregna el alma. Un sentimiento que tenemos arraigado del que es imposible desprenderse. Es una mezcla de olor a romero y jara, de dulzura y simpatía, de caricias y amores juveniles, todo ello envuelto en un halo de misterio y esperanza sobre el que está Santa Eulalia.

Y esa fuerza que nos atrae, que hace que las personas que a veces estamos fuera por motivos de trabajo o de estudios no podamos vivir sin ella, se hace mucho más fuerte cuando llega el mes de Mayo.
No puedo imaginar una Semana Santa que culmine sin la gira, con la ribera llena de flores, con días soleados en los que todos compartimos las alegrías, la familia y los amigos se reúnen en torno a la mesa a reírse, a quererse, a disfrutar alrededor de la ermita donde está nuestra Santa. Pocos días salieron lluviosos de los que yo recuerdo, pero eso no cambió nada, la lluvia festejaba del mismo modo la entrada de Santa Eulalia en Santa Olalla.

Y la novena en su honor es también parte de todos, ¿quién no ha reservado tiempo para ella en su semana? Porque ella se lo merece, porque nuestra Santa en esos días jamás está sola, aunque jamás lo está. No pasa un día en el que los santaolalleros no la tengan en mente. En las alegrías, cuando nos echa una mano, cada vez que nos aporta esperanza...¡cuántas veces habré dicho gracias Santa Eulalia! Y también en los malos momentos, en los que nos aporta luz en el camino oscuro.

El pregón, la misa flamenca, la procesión por las calles. Ese día el pueblo entero se adorna para que esté a la altura de la belleza de la santa, los vecinos pasan horas ultimando detalles para que todo esté espléndido a su paso. Igual que ocurre el viernes de ofrenda, mágico día en el que todas las niñas, muchachas y mujeres del pueblo portan con gracia y belleza sus mejores galas flamencas. Un momento en el que el aire se impregna de ese aroma de flores que se clava en los sentidos, todo para ella, en su honor, para Santa Eulalia.

Y como no, la romería. Día en el que las carrozas, los carros, caballistas, romeros a pie, todos siguen a la Virgen. Sólamente recuerdo una romería en la que no pude estar, debido a las oposiciones, y aún recuerdo como por teléfono escuché con lágrimas en los ojos ese momento tan emotivo del Ángelus. Yo quería estar allí, no quería estar lejos. Pero sin duda, mi corazón y mi alma no estaban en aquella biblioteca, estaban con Santa Eulalia.
Por eso, me gustaría dar ánimos a todas aquellas personas que por motivos ajenos a su voluntad no pueden estar con nosotros el día de la romería, o cualquier otro día en el que lo deseasen durante estas fiestas. Porque el sentimiento de tener el corazón rasgado al no poder estar en tu pueblo, con tu gente, y con la Santa, es muy duro y todo el que lo ha sentido alguna vez sabe a lo que me estoy refiriendo. Por eso decía al principio, que esa magia que nos une a nuestra fiestas en honor a Santa Eulalia es algo maravilloso que nunca debemos perder. Es un sentimiento fuerte que nos hace sentirnos unidos y jamás deberíamos renunciar a él. Y siempre, siempre hay que volver, a Santa Olalla y con Santa Eulalia. ¡Viva Santa Eulalia!