viernes, 31 de diciembre de 2010

Un nuevo año

Esta entrada va a ser muy cortita, ya que en una hora me tengo que ir a cenar con la familia y me tengo que arreglar y esas cosas que se hacen para estas ocasiones.
No quería dejar pasar este día sin escribir algo. Me he puesto a pensar en que siempre hacía lo mismo en este día de Nochevieja, quedaba con mis mejores amigas, echábamos una charlita sobre el año que se iba, nos regalábamos las braguitas rojas... en fin divagaciones de último momento entre almas sinceras que se reflejan y conocen perfectamente. Hoy me he dado cuenta que debe ser el primer año que no lo hacemos, y eso me ha hecho pensar también en que todo ha cambiado, ya somos adultas, mi próximo cumple que se aproxima...ufff 30. Son muchos años ya. Hay obligaciones, compromisos y a veces es difícil sacar tiempo para las cosas realmente importantes. Espero que todas saquemos siempre un instante para estas ocasiones. No deberíamos olvidarnos nunca.
Antes de empezar a enrollarme y ya no tengo tiempo(siempre igual), y haciendo balance de lo bueno y lo malo, sólo me quedo con lo bueno que sin duda ha sido lo que se ha quedado en mi corazón. ¿Para qué guardar espacio en él para lo que no tiene valor ni da felicidad? Gracias 2010 por enseñarme tantas cosas buenas y malas.
¿Propósitos de año nuevo? Sólo uno: no olvidar nunca lo que he aprendido este año: no desprenderse nunca de lo realmente importante y de lo que uno quiere de verdad. 

¡Pasadlo muy bien!

Feliz 2011!!!

Deseo que 2011 colme de vida vuestros espíritus, de pas vuestros corazones y de mucho amor y salud el día a día. Gracias por leerme día a día y darme fuerzas para seguir escribiendo.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Mis mejores deseos

No podía dormirme, llevaba ya un ratito dando vueltas en la cama y en mi mente  ha aparecido de repente el nombre de La Hoja en Blanco. Es cierto, hace ya tiempo que no escribía ninguna entrada y que menos que hacer una referencia a las fechas en las que nos encontramos. La Navidad.
Para mí  la Natale se asocia a cariño, reuniones en familia, reencuentros de amigos, creo que es lo más bonito que tiene esta época. Cuando era más joven, lo asociaba simplemente  a salidas, juergas hasta tarde y salidas con los amigos. Ya francamente lo veo desde otro punto de vista.
Para mí la Navidad es un momento especial, en el que por fin la familia tiene una excusa para reunirse al completo. No puedo describir lo bonito que es ver a mis abuelos sonreir mientras miran a su primera bisnieta y con lágrimas en los ojos mi abuela se lamenta de lo mayor que es y si verá a algún bisnieto más nacer. La Nochebuena es ese momento feliz en el que los villancicos y las panderetas sirven para olvidar las penas, recordar a los ausentes y brindar por los presentes.
Pero no es la Nochebuena lo que más me gusta, según se acerca el fin del año, en mi ser siempre nace una extraña sensación de melancolía, esa revisión de los acontecimientos pasados y los propósitos de enmienda y deseos para que todo salga mucho mejor.
La otra tarde, viendo como mis primos más pequeños no lo son ya tanto, como mis abuelos son cada vez más ancianos, y como el paso de los años hacen que seamos uno más en la familia, me hizo darme cuenta de que la vida pasa tan rápido que apenas nos damos cuenta de lo verdaderamente importante. Con la vorágine del día a día, de las ocupaciones, de las responsabilidades, unas impuestas, otras buscadas sin darnos cuenta, no somos capaces de disfrutar de los momentos que vivimos, no conseguimos saborear cada instante que curiosamente podría ser el último.
Yo me propongo vivir más detenidamente, porque creo que eso es lo realmente intenso, observar cada flor que me muestre el paisaje, vislumbrar cada gota de agua que se esconda en los recodos de las ventanas húmedas por el rocío de la mañana, me propongo disfrutar de las historias y las canciones que gracias a Dios aún puede contarme mi abuelo. Me propongo seguir estando orgullosa de la familia que tengo, del amor que me muestran en cada una de sus palabras, de sus miradas, de sus gestos. No dejar que pase el tiempo, no espaciar esas reuniones tantísimo en el tiempo, porque puede ser que la siguiente Nochebuena ya sea demasiado tarde.
Quiero seguir reencontrándome con mis amigas de verdad, no extender tanto en el tiempo las llamadas que uno debería hacer, demostrarle a la gente que me importa que de verdad me importan. Las personas que de verdad son importantes para uno mismo no deberían irse a dormir ni un día más sin saberlo.

En fin, que esa melancolía que me hizo rellenar páginas y páginas de mis diarios juveniles  lamentándome, este año, y por primera vez se ha convertido en alegría. ¿Para qué estar triste cuando tengo ante mis manos todas las armas para seguir siendo feliz? Supongo que es cuestión de hacer aún más inmensa esa sensación y disfrutar de ella junto a los demás.
¡Feliz Navidad a todos! ¡Disfrutad!

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Adiós

Te echaré de menos, siempre. Supongo que el tiempo lo cambia todo, que la luz puede cambiar la lluvia por el sol y que desde los albores de la humanidad el ser humano ha tenido que dar pasos, pasos hacia delante a medida que pasan los años. La vida no es fácil, no es sencilla dicen por ahí. Yo creo que consiste en eso, que a veces nos empeñamos en lo complicado sin darnos cuenta de que en lo sencillo, por ejemplo en un paseo, en mirar al sol rozando los poros de tu piel o en sonreir cuando ves a un bebé lindo está la felicidad. 
Digo adiós a lo complicado, con pena, con dolor porque siempre ha formado parte de mi vida, pero de mi vida para empañarla de suciedad y tristeza la mayoría de las veces. A partir de ahora, sólo quiero estar como estoy, al lado de la sonrisa, de la sensación de plenitud que tengo ahora mismo y que relleno cada día con un nuevo conocimiento, con cada nueva mirada, con cada nueva palabra y cada persona que me aporte las ganas de vivir.
Digo adiós a esa estupidez suprema que a veces me hace complicarme hasta el exceso, a esas excentricidades que alguna vez me han visitado. Creo que por fin soy adulta, y pasé la adolescencia tardía. Así que nada, hoy con el agobio propio de la semana de exámenes, evaluaciones y demás, escribo esta tontería.
Adiós, adiós para siempre, con el dolor de la persona que pierde algo, porque cuando te quitan un pedazo de tu alma es cuando recuerdas que era tuyo y ya no está. Aunque fuese algo que en el fondo te hiciese daño era tuyo. Adiós, adiós y hasta siempre. Y doy la bienvenida a todo ente que quiera formar parte de mi nueva etapa adulta y me vaya a aportar nuevas experiencias dulces y agradables. Las puertas están abiertas.
Ea, y ya para completar el día, y si os habéis podido tragar toda esta porquería, una poesía,  con rima  asonante y todo. Besos.


Evolución
Con la dulzura extrema del hielo atravesando mi piel,
con las hojas que amontonadas se esparcen a la salida de tu alma,
sin el agua oscurecida y el olor nauseabundo de la estupidez,
ahí estoy, ahí.
Junto al bosque espléndido de la inmensa grava demoledora,
frente al campo verde y luminoso entre llovizna,
entre las riquezas absolutas de la naturaleza,
sin el fin, allí.
Y sonrío a los pájaros que pasean, y retozo alegre entre las mareas
sueño, canto, quiero, amo
porque la vida llena el corazón de sabiduría y la mente,
la mente de hiriente alegría.
Puedes cogerme de la mano, unirte a los cielos puros
volar de la mano de la amargura plena de la vida,
o seguirme hacia el cielo indemne 
hasta olvidar la absurda melancolía.
Yo me quedo aquí, en este sitio cálido
no quiero moverme, ya por fin, he evolucionado.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

A tres metros bajo el suelo

Anoche fui a ver la película más mala que he visto en los últimos meses,  A tres metros sobre el cielo era una adaptación del libro que lleva el mismo título de Federico Moccia, pero en versión española. Entramos a verla porque yo insistí, la verdad, sé que alumnas mías se han leído este libro y tenía curiosidad por ver la adaptación.  No sé ni por dónde empezar.
La historia es simplista: chica guapa rica y buena se enamora del chico malo, chulo y peligroso. Chico convence a chica, chico se enamora de la chica y chica del chico. Rompen barreras para estar juntos y al final se separan.  Hasta aquí otra historia romántica de las de siempre. Tópicos por doquier: el padre medio tonto y comprensivo que se achanta ante el chico malo, la madre super estricta y malvada(sólo porque va al instituto a preocuparse de las faltas de asistencias de su hija), la profesora horrible (debido a que se preocupa por la chica que va con el niño malo) y pijos contra poligoneros. No tiene pérdida cómo en el baile de 18 años de Baby, la protagonista, ellos se acercan a cámara lenta mezclando imágenes rapidísimas de un accidente de moto mientras suena Forever Young de fondo. Un horror. El director ha intentado conseguir dar tensión a una escena simulando películas americanas, pero con un pésimo resultado.
Pero de verdad, lo que me preocupa, es la visión de la vida que se da a los jóvenes adolescentes de hoy día. La diversión está asociada a la bebida, a las juergas peligrosas con carreras clandestinas de motos, robos y vandalismo incluídos. Los adultos son malos, odiosos o fracasados. Un ejemplo, es el hermano de H, el chico malo, es un varón de unos treinta años, trabajador, rico y exitoso, pues bien, lo tildan de amargado. O como ocurre también con la madre o la profesora. Me preocupa que el trabajo y el esfuerzo sea algo negativo, y lo peor es que series y películas para adolescentes promueven estos valores. Y luego nos avergonzamos y nos escandalizamos por los resultados del informe Pisa. Por favor, creo que deberíamos cuestionarnos todos el tema de la educación, no es sólo tarea de los profesores y maestros, nosotros podemos intentar cambiar lo que existe, pero no podemos hacer milagros y mucho menos cuando todo el entorno de los jóvenes está rodeado de valores y puntos de vista opuestos a la realidad. Familias, políticos, amigos, todos deberíamos enseñar a los niños y jóvenes a ser críticos con su entorno. Sigo pensando que la educación es cosa de todos.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Tropezones

Supongo que hay gente que es más torpona que el resto de la humanidad, sí, personas a las que de vez en cuando le ocurren cosillas debido a esa mezcla entre el despiste y torpeza casual. Pues bien, yo me encuentro en ese grupo. Ahora mismo, tengo el pie fastidiado, con un pequeño esguince, vamos de poca importancia porque ni me han dado baja ni nada por es estilo, reposo de natación esta semana y una pomada. Pues me lo hice de la forma más tonta, como siempre. Estaba el finde cenando pizza, y tenía muchísima sed, se me acabó la cocacola que me estaba bebiendo y no podía soportarlo, morir de sed debe ser horrible. Así que tuve que ir, con la que estaba cayendo en ese momento, a mi coche a por botellas de agua. ¿Qué qué hacían en el coche? Esa es otra historia...


Hace dos semanas, fui al pueblo y como siempre, mi mami que es muy buena me llena de cosas de la tienda el coche: comida en tapers, embutidos, yogures, agua mineral etc. Pues bien, esta vez también traía un bolsaco de ropa que me había llevado para lavarla y secarla allí en la secadora. ¡Es horrible Sevilla en invierno para que la ropa deje de estar húmedas!, ¡se necesitan días!. Pues bien, llegué a Sevilla, aparqué el coche en el callejón sin salida que hay, si bien podía haberlo puesto en doble fila cerca, no lo hice, porque el tema de los aparcamientos en relación con el universo tiene un límite, si hay aparcamiento hay que meterlo dentro, no dejar que venga otro que también lo haya visualizado en nuestras propias narices.
La cuestión es que allí iba Ester, con la maleta (no entiendo para qué llevo una maleta para dos días, cuando lo que llevo puesto todo el rato es el chándal) en una mano, el bolso colgando, otras dos bolsas en la otra mano caminando a toda pastilla y creando un malabarismo para que no se le cayese nada al suelo.( LLego al portal, suelto las cosas en el suelo, busco la llave con mi llavero del Betis, aparecen las llaves del coche, las del instituto, las de la casa del pueblo, las del candado de la bicicleta...¿dónde narices está el llavero del Betis y el otro que tiene mi nombre con h, ojalá alguien me regalara algún día uno que ponga mi nombre bien, sin h, con en la Biblia, ESTEEEERRR. Aquí están, menos mal). Abre la puerta, deja el resto fuera (gracias a Dios que no tengo que subir escaleras). Coge la maleta y una bolsa, la mete para adentro. Sale tira de las otras dos bolsas y las arroja en la entrada, le duele el brazo, se lo toca con un gesto de amargura. (Mejor dejo el bolso aquí para no cargar con nada más.) Vuelve al coche y allí estaba el bolsaco del Mediamarkt en el que venía la impresora, llena de ropa doblada.( Ains, no puedo, ofú, que cansada). Se para cada tres pasos. No debería de haber cargado con la otra bolsa también. Los hombres que pasan la miran con pena, (sí, sí, mucho mirarme y pensar que póbrecita pero ninguno me echa una mano, ¿dónde ha quedado la caballerosidad?¡Tanta igualdad de los cojones!. Ofú, por Alá, ¿aún me queda el agua y la neverita?) Fue corriendo al coche, cogió la nevera y dejó allí las 6 botellas de agua. (Otro día vendré, me niego a cargar más peso)

Y pasaron los días hasta este momento de la caída.  Me puse el chubasquero y abrí la puerta del piso, salí lloviendo, con el paraguas, andando a saltitos, haciendo el tontito como me pasa de vez en cuando, y en uno de los saltitos, el tobillo me crujió, pero muy mucho. ¡Qué dolor!.  Recogí el agua y hasta hoy  que sigo con el pie regular.

En fin, que me voy por los cerros de Úbeda, que hay gente así como yo, torpe por naturaleza en cosas cotidianas como caminar. Quienes me conocen desde hace tiempo, saben que eso es cierto, que hay muchas caídas memorables mías. Si me remonto muy atrás en el tiempo, puedo recordar como con unos doce años, me caí en plenos lagos de Covadonga de la más estúpida forma, ante los ojos de toda la gente que me acompañaba y tuve que estar mojada el resto del día. También me viene a la mente con unos quince años, como me caí corriendo de un caballo, o  como, en numerosas ocasiones, simplemente iba andando, se me aflojaba la rodilla y me iba de boca al suelo. 
A lo mejor tengo algún defecto en los pies, cualquiera sabe. En la facultad caí rodando por las escaleras y este verano, en mi viaje a Galicia, no había hecho más que salir del coche cuando di con la cabeza en el suelo literalmente, la mano, la rodilla y la cámara de fotos salieron bastante mal paradas. En mi defensa, quiero decir que como los traspiés son tan frecuentes, uno se hace una burbuja de supervivencia, y logra mantener el equilibrio con facilidad y las veces que uno va directo al suelo ya son escasísimas. Y sé también, que esto acaba uno aplicándolo a su forma de ver la vida. Ui que me caigo, que me caigo, pero logro enderezarme antes de llegar al suelo.
Bueno, un beso a todos/as y buen puente.
                              Por aquí me caí, antes de llegar a la catedral de Tui. Agosto 2010