miércoles, 27 de octubre de 2010

Ruido

(Apróximadamente l1.40 de la mañana)
No puedo más. Mis oidos empiezan a reventar. Si tengo que estar una semana más así, creo que me doy de baja unos días (la verdad es que nunca me he dado de baja, hablar por hablar). Estoy cansada de llevarme todo el día vigilando exámenes. Una semana experimental, como en Finlandia, han dicho los entendidos. Unos.... 40 minutos como mucho de silencio, el resto de la hora y 20: "niños silencio, como vuelva a decir que os calleis  os quedáis sin recreo(ellos no saben que lo que menos deseo en ese momento es pasar también el recreo a su lado, hoy ni de coña),  silencio, he dicho que ya, shhhhhhhhhhhhhiiiiiiiiiiiiii, he dicho que no se habla más(esto acompañado de golpes fuertes con el borrador en la pizarra), es que no tenéis respeto por nada ni por nadie!!!(obviamente algunos no).

Dos horas seguidas de examen, con un curso al que no conozco a la mitad, con dos niños con necesidades educativas que se han pasado las dos horas pegándose y gritando en voz alta mientras sus compañeros hacían el examen, es una puñetera locura. Y es sobre todo ese ruido, ese rumor de 30 niños que hablan al mismo tiempo y poco a poco suben el tono. Y yo necesito silencio, quiero ir al parque, o algún sitio en el que lo único que escuche sea el sonido del viento. Si estos niños supiesen lo que molesta ese ruido...Y lo que yo me pregunto es si ellos no se sienten como yo, si no son capaces de percibir ese clamor intenso y cómo no requieren del silencio de vez en cuando. Supongo que será la edad.
Pero esta semana tengo los nervios a flor de piel, me ha vuelto a doler el cuello (por cierto, el otro día viendo esa patética serie que ha hecho telecinco sobre la princesa Leticia y el príncipe, en uno de sus primeros encuentros, ella le decía que se levantaba a las seis de la mañana para ir a nadar por recomendación del médico, ya que se le acumulaba la tensión en el cuello, tengo ya dos cosas en común con la princesa, las dos vamos a nadar y las dos hemos abandonado el periodismo.¿Podría haber sido yo princesa?) y hoy encima, también me duele la cabeza.

Muchos estaréis pensando que soy una quejica, pues sí. ¡Hoy tengo ganas de quejarme qué le vamos a hacer! Estoy enfadada y tengo que descargarlo por alguna parte.

Yo entiendo que cuando se hace un programa experimental, puede salir bien o salir mal. Una semana en la que sólamente haya exámenes organizados de esta forma: hora de estudio, dos horas de examen, recreo, hora de estudio y dos horas de otro examen., es una buena idea si se lleva bien a la práctica.  El problema es que cada profesor debería estar con su curso a la hora de hacer el examen, y además los cursos más pequeños no pueden estar concentrados dos horas, es imposible. Por otro lado, en ese sistema tan avanzado de Finlandia, no tiene 30 alumnos por clase, o 37 como tengo en uno de los bachilleratos. Tienen 10. A diez o quince alumnos se controlan muy fácilmente, no a los que nosotros tenemos en la enseñanza hoy día. Es que aunque sean buenos, dos horas haciendo un examen es mucho tiempo. Y claro está, aquí ha fallado también que otros profes no han puesto los exámenes largos y lo que me ha pasado en las dos últimas horas que a la hora ya no tenían nada que hacer. ¡Alumnos que ni siquiera eran míos!. Así que los he tenido entretenidos copiando una carta que les he dictado dirigida a  mi hipotético amante en la que le contaba mi día y le proponía amor eterno. Se han entretenido, me he entretenido. Y el tiempo pasó rápido.

Pero eso no ha evitado que haya salido de allí con una tensión horrorosa, haya comido como el rayo y para el italiano. Eso sí, estaba un poco zombi y tendré que estudiarme los plurales por mi cuenta. Aunque he aprendido a pedir la comida en un restaurante italiano jejeje Muy útil. Cuando salí, me fui a nadar y... a tomar... la tensión. Ahora, eso sí, sigo corrigiendo porque los 140 exámenes tienen que estar  corregidos y con la nota puesta en Séneca para el martes. Divertido puente el que me espera. Buona notte!!!!!Buona sera!!Buon giorno!
 
   Patio del Museo de Bellas Artes de Sevilla. Aquí hay silencio. Junio 2010

domingo, 24 de octubre de 2010

Tonterías mientras vigilo un examen

A veces, uno mismo intenta comprender porqué ocurren ciertos hechos inexplicables en su vida. Cuando leí hará ya miles de años aquel libro de las Nueves Revelaciones, me impactó la teoría de que las señales aparecen en tu vida por algún motivo. Y con señales me refiero a eso que llamamos casualidades. Las casualidades no existen, nos dijo a mi amiga Jara y a mí aquel orientador del instituto , Antonio, que además nos impartía psocología y tanto quedó en nuestro recuerdo.
Es curioso como hay personas, en este caso un profesor (el típico hombre superatractivo, que iba con las camisetas ajustadas y la chupa de cuero) que marca tu vida en un cierto sentido. Él nos acercó a esa filosofía de la vida en la que tratando  los sueños, el insconsciente y lo relativo a tu conocimiento personal, te crea una especie de filosofía de vida.
Según aquello, esto a lo que llamamos casualidad no son más que señales del destino que te indican por dónde puedes seguir, pero ese destino no es fijo, puedes cambiarlo según tu elección. Eso sí, de la capacidad que uno tenga de ver de forma acertada las señales va a depender tu propia vida. Y es aquí donde entró en juego ese Alquimista  de Paulo Cohelo, las señales seguían apostando luces a mi creciente teoría personal de la felicidad. 
Si aquel chico era capaz de encontrar su destino en África, ¿no voy a ser capaz yo de verlo aquí en España?, me decía  a veces. Otra lectura que realicé, esta hace nada, el invierno pasado mientras pasaba por una época personal con altos y bajos fue el Secreto (algunos pensarán ahora mismo que menuda profesora de lengua  literatura que estoy hecha, pero hay que leer de todos señores, y a veces dejo entrada a ciertas lecturas para descansar del álgido placer que pueden producir Lorca, Machado, Unamuno o Borges).
Volviendo a esa lectura de autocompasión personal, autoconocimiento o como queramos llamarla, lo del secreto es cierto queridos lectores (ui, es que me hacía ilusión poner que tengo lectores, aunque sean imaginarios), uno es más feliz y más dichoso y la vida va mejor si lo desea con fuerza. Sólo hay que visualizarlo. A mí me funciona, con un ejemplo tan simple como el aparcamiento del coche por ejemplo. Yo sé que voy a encontrar aparcamiento, siempre. Vaya donde vaya. Y quien viene conmigo lo sabe. En el centro de Sevilla, ahí voy yo y allí está el sitio para mí. Sólo es cuestión de visualizarlo y creerlo.
Cuál fue mi sorpresa, cuando hace unas semanas viendo El hormiguero, escuché como la hija de Eduard Punset, Elsa Punset, comentaba cómo el cerebro humano procesaba la felicidad según la calidad de los pensamientos. Es decir, fuera los pensamientos negativos. Amargarse, estar triste, no sirve para nada, bueno sí, para estar aún peor y ser mucho más pesimista si cabe. De este modo, la "ciencia"(sé que esto es hablar muy a la ligera, lo sé) también apoya mi teoría.
En fin, me voy de un tema a otro y lo que quería decir es que hay cosas que suceden para algo y por algo. El único problema es que ahora hay que saber identificarlo. Y ahí llega el caos. Llegados a este punto, quizás debiera interpretarlo como un aviso negativo, un no, pero como he aprendido a pensar siempre en positivo, esa señal era muy clara, y lo tomo como un Sí.  De perdidos al río.

                           Palmeral de Marrakesh, África. Agosto 2010. Por si estaba allí mi destino, me di un paseito este verano.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Lisa

Lo que peor llevo de estar fuera de casa de mis padres este año, es no poder estar con mi perrita Lisa. Todo comenzó hace dos años, estaba destinada en Alosno, ese pueblecito cuna del fandango y perdido en el Andévalo, una de las zonas más pobres de Huelva entre la sierra y la costa. Eso sí, muy acogedor y con gente maravillosa. Vivía de alquiler con una compañera, y teníamos una gran terraza con vistas al campañario de la iglesia, tan cerca que en la época de fiestas de San Juan Bautista caían las varillas de los cohetes mientras veías los fuegos artificiales. Marijo se iba muchas tardes a Huelva porque tenía inglés en la EOI así que yo pasaba bastante tiempo sola. Comencé a sentir la necesidad de tener un animal de compañía, barajé la posibilidad de un gatito que son menos dependientes pero no me convencía. Yo quería un perro. Sólo tuve un perrito una vez, cuando era pequeña, mi Ulises, era listo, cariñoso, fiel y durante mi adolescencia era parte de mi vida. Desgradiadamente, murió y a partir de entonces mi madre se negó a tener ningún animalito más. A excepción de unos hamsters, y más adelante dos  inseparables: Alf que acabó escapándose y Larri que continúa con nosotros.

Total, que con el antojo del perrito, comenté un día en clase que quería uno, ya que en los pueblos la gente los regala para no asesinarlos pensé que algún alma caritativa me daría uno. Y así fue, Fulanito que así se llamaba el angelical niño, me prometió un Yorkshire que acababa de nacer, me lo daría cuando tuviese dos meses. ¡Tremendo júbilo sentí en aquel instante!. Como la lechera, ya me veía con mi perrito, saliendo a pasearlo por la calle y teniendo hermosos juegos de entretenimiento. Como bien dice ese rico refranero español...compré el  collar antes que el perro. Y fue literal, pero no solo el collar, sino también la cestita, la correita, la mantita, el champú de perro, el transportín para el coche y hasta una bolsa de comida especial para Yorkshire.  Todo completo esperando la llegada del gran día, igual que una madre primeriza.
Poco a poco pasaron los meses, y con la llegada de la primavera se acercaba el momento de recibir a Toby. Toby, porque igual que ocurre en la película de Up, en la que el niño pone rápidamente nombre a su nuevo amigo el avestruz, Kevin, yo con esa misma actitud infantil pensaba en todos los nombres que podría ponerle a mi futuro compañero: Lara, Zara, Toby, Nore bla bla bla.Creo que en aquel momento debí de ser algo pesada, mi novio me decía que sólo hablaba de lo mismo, DEL PERRO.

Llegó el momento, y quedé con el niño que a la salida de clase me acercaría el perrito. Me llevé el coche al instituto, el transportín... pero cuando llegué a aquel curso de 1ºESo Fulanito no había venido.
"Maestra, pa mi que Fulanito se ha inventao lo del perro y no ha venido hoy porque ya no sabe como decir que es mentira!", me dijo un niño mucho más avispado que yo con tan solo 12 años. 
"Anda ya, no va a ser tan cabrón", pensé yo. Pero efectivamente, Fulanito no vino ese día y al siguiente, nada más entrar como si fuese lo más corriente del mundo me dijo: "ah, maestra, que el perro se ha muerto, mi tia lo ha pisao esta noche cuando se ha levantao a bebé agua y eso, que sa muerto".
No puedo ahora ni describir mi sensación de estupidez suprema en ese momento, toda mi montaña que había ido creciendo a base de un pensamiento irreal. Ni perrito, ni nada de nada. Torta contra la realidad. A partir de aquel momento, decían las malas lenguas que a Fulanito no le dejaba pasar ni una. Y no lo recuerdo bien, pero ese niño aprendió que no hay que jugar con los sentimientos de los demás ni mentir muy jovencito.

El caso es, que mi padre, en un acto de pena y compasión ante la mema de su hija, le dijo a una vecina que me diese un perrito. Y así viene Lisa a mi vida, por casualidad y sin creer que ella iba a ser mía. NO es un Yorkshire, pero es el animal más cariñoso y más inteligente que he tenido. La quiero un montón, e incluso en los días más tristes con solo tirarle la pelota y jugar corriendo por la casa con ella me alegra la vida. Me produce felicidad, me hace ver el lado más bonito de la vida.

Me encanta cuando salta a mis piernas, lo inteligente que es. Tengo que confesar que muchos fines de semana voy a casa de mis padres sólamente por verla a ella. La fiesta que me hace cuando me recibe vale más que todo el oro del mundo, y esas noches que da con su patita en la puerta para que le abra y se duerme en el cojín que le pongo en el suelo, pero siendo lo suficientemente inteligente para salir disparada por la mañana para que nadie vea que ha dormido allí.
Así que Fulanito, gracias por no darme al Yorkshire imaginario Toby, gracias a ello he podido tener a Lisa. Y me alegro de disfrutar de cosas tan simples, son las que realmente dan la felicidad.
                                              Lisa, Junio 2010.